LA CULPA
CUANDO LA CULPA TE MATA
Cuando se dan cuenta lo que han perdido, tratan desesperadamente de
pedir perdón, pero es demasiado tarde. La persona lastimada no está dispuesta a
perdonar o ya no está presente. Un ejemplo de esto, es el caso de este joven
que le quiere pedir perdón a su madre por haberla hecho sufrir, pero ella murió y no puede hacer nada para remediarlo.
¿Qué podemos hacer para manejar
esta emoción tan fuerte, como lo es la culpa?
1.
Acepta
la responsabilidad. No podemos mejorar
si nos mentimos a nosotros mismos. Muy bien podemos justificar nuestros errores
culpando a otros o a nuestras debilidades. Ejemplo: “Fue su culpa…, ella sabe
cómo yo soy…, es que no me puedo aguantar, así me hicieron…” El primer paso para
manejar la culpa debe ser aceptar nuestros errores; observar como dañaron nuestra
vida y las vidas de otras personas.
2.
Acepta
las consecuencias. Aunque siempre añoramos un final feliz como en los cuentos
de Hadas, no siempre es así. En
ocasiones nuestros actos pueden dañar una relación o a una persona a un punto
irreparable. Decisiones que tomamos
puede hacer que nuestra vida cambie como jamás habíamos imaginado. Por ejemplo: “Este hombre que decidió extraer
dinero de su trabajo; ahora, está en la cárcel por robo”. Para manejar esto,
tenemos dos caminos; vivir toda nuestra vida huyendo de las consecuencias de
nuestros actos o simplemente aceptarlos, enfrentarlos y comenzar el proceso de sanar.
3.
Pide
perdón. En esta ocasión el pedir perdón
no es para sentirnos mejor o por el temor a perder algo; sino porque realmente
entendemos el daño que hicimos y queremos ser diferentes. Si la persona nos
perdona lo aceptamos con gratitud; pero si no, entendemos que es parte de las
consecuencias de nuestros actos.
4.
Perdónate.
Parte del proceso es aprender a perdonarnos.
Aceptamos que no somos perfectos y cometimos errores. Así, cómo tenemos la capacidad de sentir compasión y perdonar aquellas personas que nos lastimaron; de la misma forma debemos de sentir compasión por nosotros mismo.
5.
Cambia
para bien. Una persona arrepentida no
tan solo lo dice con sus palabras, sino con sus actos. No haces las cosas para que las personas te
vean, sino lo haces porque quieres ser diferente. Por ejemplo, puedes devolver
lo que robaste, puedes cambiar tu vocabulario, dejar de ser agresivo o cambiar
cualquier otro habito que tú sabes que no te conviene. Con esto, estas tomando el control de tu
vida.
6.
Haz
con otros los que no pudiste hacer con tu ser querido. No siempre podemos demostrarle
a la persona que herimos nuestro arrepentimiento. Ya sea porque no quiere que nos acerquemos o
está muerta. Si este fuese el caso, ya aceptaste tu culpa y enfrentaste tus
consecuencias; lo que te queda es demostrarle tu cambio a las personas que tienes
cerca. Tus amigos, familiares o tu nueva
relación. Si antes lastimabas a tus parejas siéndole infiel, ahora cambia y se
fiel con tu nueva pareja. Si antes
lastimaba a tus hijos mintiéndole, ahora deja de mentirle a las personas que
tienes cerca. Esto quizás no va a cambiar lo que hiciste o devolverte lo que
perdiste; pero puede cambiar lo que vas hacer de aquí en adelante y protegerá
tus nuevas relaciones.
Luego que pasamos el
proceso, tenemos la opción de continuar nuestras vidas dándole gracias a Dios
por las cosas que recuperamos a pesar de que no las merecíamos y aceptando
aquellas que perdimos, como consecuencias de nuestros actos. En otras palabras, permitimos que este
proceso que nos causó tanto dolor se convierta en un instrumento para cambiar
el rumbo de nuestra vida. Dr. Roberto Irizarry Rivera
Psicólogo Clínico
LA CULPA
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